jueves, 7 de noviembre de 2013

Un puanense salvó a una familia de quedar en la calle


(lanueva.com) Desesperación, angustia, incertidumbre y luego una felicidad extrema fueron algunas de las sensaciones que vivió ayer, en el transcurso de pocas horas, Silvina Corzo, empleada doméstica y mamá de dos hijos, a quien, exactamente al mediodía, pese a los enfervorizados reclamos de un numeroso grupo de vecinos, amigos y familiares que la acompañaban, le remataron su vivienda en el Colegio de Martilleros.
Claro que, seguramente, no contaba con que el destino iba a cruzarla con una persona que cambiaría el rumbo a sus días.
Pero este no es el primer “guiño” que recibe en los últimos meses: el pasado 2 de julio, mientras caminaba junto a su hija por el sector de las vías del ferrocarril próximas al paso a nivel de Don Bosco, fue arrollada por un tren de cargas y milagrosamente ambas salvaron sus vidas.
Ayer a la mañana todo era llantos y desesperación en el hogar de Enrique Julio 1647, donde Silvina, que está separada, vive con sus hijos Brian, de 13 años, y Camila, de 8.
“Vinieron personas del Banco de La Pampa junto a posibles compradores a observar la casa. Sabía que había una deuda, que encima no era mía, porque compré el terreno en buena ley y luego me enteré que me habían estafado”, recordó, sin poder dejar de llorar.
“Pensaba en mis hijos, que nos quedábamos en la calle y en cómo les explicaba esa situación tan traumática”, agregó, aún en estado de shock.
Según el relato de Miguel, su cuñado, en 1997 Silvina adquirió un terreno a un “supuesto” vendedor y recibió el boleto de compra-venta, aunque dichas tierras en realidad pertenecían a una inmobiliaria.
Poco después, con mucho esfuerzo, iniciaron la construcción con la ayuda de toda la familia y hace apenas unos meses finalizaron con el baño y la instalación del gas y otros servicios.
En tanto, la inmobiliaria mantenía una deuda con el Banco de La Pampa que terminó en remate, pese al recurso de amparo interpuesto por Silvina.
Vecinos, amigos y familiares se reunieron ayer a la mañana para darle apoyo a esta mujer, mientras ella continuaba en medio de una crisis de llanto. La subasta, pautada para las 12, finalmente se concretó.
Entre quienes habían visitado la vivienda como posibles oferentes se hallaba Claudio del Valle, oriundo de Puan, dedicado al transporte y a la compra-venta de propiedades.
El hombre observó detenidamente el panorama y se marchó en silencio.
Así se mostró hasta iniciada la subasta, que comenzó en medio del griterío de voces en contra e incluso del desmayo de la madre de la mujer –que debió ser asistida por una ambulancia– con una base de 2 mil pesos y luego fue trepando a 10, 15, 25, 50 mil pesos…
Alguien ofertó 70 mil y ahí fue cuando Del Valle se paró frente a la silla, levantó la mano y ofertó 71.000 pesos. La cifra no fue superada y el martillero la dio por vendida. Segundos después se dirigió a Silvina: “La compré para que no la perdieras”.
Aplausos, abrazos y llantos, esta vez de alegría, invadieron la sala.
“Un rato antes buscaba un milagro y lo encontré. Dios puso a este hombre en mi camino”, dijo Silvina a “La Nueva Provincia”.
Miguel, su cuñado, aportó: “Somos cristianos y sabemos que tenemos un Dios que nos cuida y nos protege. Hay gente que todavía tiene corazón”, sostuvo.
“Claudio nos dio todas las facilidades para devolver el dinero de a poco. Somos muchos y lo podremos concretar. Pero lo más importante es que esta persona nos dio toda la tranquilidad del mundo después de haber padecido un día terrible”, agregó.
Silvina regresó a su casa y esperó a que sus chicos volvieran del colegio para contarles que todo estaba en orden.
“Ellos no vieron lo que pasó. Y eso no tiene precio”, concluyó.
No es la primera vez que Claudio del Valle se ve sensibilizado por una familia a la que le están por rematar su vivienda.
“En este caso el panorama era muy triste porque había chicos de por medio. Tengo tres hijos y ojalá nunca deban atravesar una situación semejante”, reflexionó.
“¿Cómo me siento? Satisfecho. Es una acción que a mí no me cambia, pero sí a esta madre”, dijo, para anticipar que mañana, ya más relajados, se encontrarán en Enrique Julio al 1600 a tomar mate. En la casa de Claudio, que es la casa de Silvina.
Fuente: Cecilia Corradetti , La Nueva Provincia.

Fuente: Todas las Voces Puan - Ver también

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