jueves, 31 de diciembre de 2009

La vivienda social en la mira de los jóvenes


Los trabajos ganadores de la novena edición del Concurso Nacional de Arquitectura para estudiantes giran en torno de la temática más postergada de la disciplina.

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por Ariel Cristofalo . Especial para Clarín

La novena edición del Premio Clarín-SCA ya tiene a sus ganadores, con proyectos que aparecen comprendidos dentro de un sólo marco temático: vivienda social. El interés por esta tipología, tantas veces desestimada y relegada en la disciplina, se ha transformado en el último tiempo en una tendencia saludable. Los arquitectos empiezan a preocuparse cada vez más por una temática involucrada en una grave situación de déficit habitacional que, de entrada, requiere tal interés profesional. No escapan a la tendencia los estudiantes de arquitectura. Mucho menos el jurado del reciente concurso, que premió tres propuestas de conjuntos de vivienda de distinta impronta y alcance.

Estos tres trabajos quedaron seleccionados entre 109, que se presentaron el pasado 13 de octubre por la primera vuelta. Para la segunda ronda, el fallo del jurado seleccionó 44 proyectos, de los cuales se presentaron 43. Los tres ganadores son alumnos de la Facultad de Arquitectura de la UBA y fueron premiados sin orden de mérito por decisión del jurado, al que le pareció "más democrático compartir estas búsquedas, que son similares en virtudes y riqueza de propuestas, aportando soluciones que nos alientan a pensar que el tema de la vivienda merece dedicación".

Herraduras en Misiones
El trabajo de Gabriel González es un conjunto de viviendas en Comandante Andresito, Misiones. "El programa de mi proyecto buscaba solucionar el problema del déficit habitacional que afecta a este municipio, donde las actividades productivas son estacionarias y ocasionan que en épocas de cosecha la población aumente", comienza a explicar González. Y agrega: "Cuando baja la cosecha, mucha de esta gente se queda en la localidad, generando asentamientos espontáneos. El objetivo de mi trabajo estuvo puesto de entrada en la erradicación de estas casillas precarias y su reemplazo por la infraestructura urbana y la trama vial necesarias para el acceso al sitio y a las viviendas en particular". El nuevo tejido propuesto por González responde a las características topográficas del sitio, en la ribera del Arroyo El Doce: posee vías que siguen la pendiente del terreno y una única vía que toma toda la pendiente desde el nivel más alto hasta el más bajo.

En cuanto al aporte morfológico del proyecto, se optó por no abusar de la repetición y generar fachadas continuas en todos los frentes urbanos, con las viviendas apareadas. "Así se genera una decidida racionalidad, perímetro compacto y una morfología heterogénea hacia cada frente. Con esto se logra una identificación de los habitantes con sus viviendas", agrega el estudiante.

Yendo a la resolución en particular de las tipologías, se consideró al clima de la región (altísimas temperaturas y humedad) como el principal condicionante. Así fue como se proyectó un sobre techo que permite el paso de brisas y proyecta sombras a la vez, reduciendo el efecto de radiación y posterior calentamiento de los ambientes. "El sobretecho es la respuesta sustentable que le encontré a un clima riguroso. Cubre al verdadero lugar de estar en las viviendas de esta región: la galería", asegura el joven. Además, la propuesta intenta ser sustentable en su resolución constructiva: se construye con materiales renovables, de la zona. La estructura y los cerramientos laterales son de madera y los núcleos húmedos y paredes divisorias, en ladrillo hueco. La crítica del jurado destacó que el proyecto "responde tanto en las tipologías como en el conjunto a la selva misionera y a su clima riguroso. También la construcción en seco, con madera, creando planos de sombra es una respuesta muy acertada".

Conventillo siglo XXI

El trabajo de Gabriel Monteleone comprende 60 viviendas de interés social en el barrio de La Boca y fue premiado por "recrear muy bien el clima de la tipología conventillo, porque las unidades dejan espacios comunes calibrados, las células de viviendas aparecen concebidas como módulos flexibles y por tener un resultado formal muy coherente con las premisas del concurso". Así es que desde el punto de vista urbano, el proyecto rescata la tipología de las casas agrupadas con patios internos, reinterpretando la configuración arquitectónica del conventillo. "La implantación genera una especie de perspectiva interrumpida que busca darle carácter propio e identidad a los espacios públicos. Estos patios tienen entonces un peso específico, y son los que preconfiguran la relación entre lo público y lo privado", explica Monteleone. Además, las barras de viviendas aparecen orientadas intentando seguir el mejor asolamiento para cada uso.

La materialidad del conjunto se mimetiza con su contexto y su morfología desfragmenta la masa construida, le otorga cierto ritmo y mantiene la unidad del proyecto. Dentro de la estructura modulada de los edificios, una misma célula tipológica se readapta logrando la flexibilidad necesaria para la configuración de los distintos tipos de vivienda, de uno, dos, tres y cuatro ambientes.

"Se propone lograr una máxima economía otorgándole al conjunto una clara modulación estructural, que repercute en los cerramientos y el equipamiento.

Esta modulación es rígida a nivel estructural, pero flexible en las carpinterías que conforman el cerramiento exterior. Esta flexibilidad le otorga un ritmo a las fachadas, que cambian y mutan dependiendo del uso y la configuración de las tipologías.

Los bloques de viviendas se desarrollan en tres niveles; la planta baja aparece más despejada, pensando en posibilidades de uso comercial, de un local o taller particular. En ese sentido, las circulaciones verticales se reducen: sirven desde el exterior a varias unidades. "Las coloqué en los espacios exteriores para economizar los metros cuadrados en el interior de cada vivienda", agrega Monteleone.

Viviendas en zancos

El restante proyecto premiado fue el conjunto de viviendas en el Tigre de Verónica Pujol. Este trabajo intenta como premisa proyectual ser una especie de enlace que se adapte a los contrastes urbano paisajísticos propios de la zona: "Busqué la transición entre dos partes muy diferenciadas: la ciudad del Tigre, en donde se ve una situación más bien compacta, donde los espacios públicos perforan la masa de la ciudad, y un gran espacio abierto, segregado desde la línea férrea hasta el Río Luján", explica Pujol. Fue así como la búsqueda por dar respuesta a estas dos partes tan diferenciadas en la zona se puede ver claramente reflejada en la disposición y la configuración del conjunto, que busca reconstruir el borde urbano proyectando hacia aquel frente una fachada compacta como respaldo a la ciudad y las vías del tren, y que hacia el lado del río va anexándole viviendas a aquella barra como si fueran los dientes de un peine. "Estos dientes se sostienen sobre pilotes y siguen la direccionalidad de los muelles de la costa", agrega la estudiante.

Entre estas viviendas-diente se proyectaron espacios abiertos como expansiones, dentro de los cuales se introduce el verde característico del Delta.

"Las viviendas buscan reflejar la identidad del Tigre, utilizando maderas, texturas, tecnologías y, por sobre todo, fijándose en la forma de habitar del Delta y su ciudad", cuenta Pujol. El jurado destacó que este conjunto adapta correctamente la tipología local, enfatizando en cada vivienda las galerías y la ventilación cruzada. "La construcción maderera también es propia de la zona y la imagen sencilla y despojada responde muy bien al planteo general del proyecto", explicaron.

Las menciones

Además de los tres trabajos premiados, el jurado decidió otorgar cuatro menciones especiales. Una de ellas fue para Juan Sciarrotta, alumno de la FADU-UBA, que proyectó un comedor para Ciudad Universitaria. La intervención reutiliza la estructura de un puente en desuso y lo transforma en un edificio que conecta la rambla con el parque.

Nicolás Alejandro Piro, alumno de la Universidad Nacional de Mar del Plata, diseñó el Palacio Municipal de Esquel, destacado por su inserción urbana y el desarrollo detallado de un programa muy complejo.

Matías Damián Martín, de la Universidad Nacional de Córdoba, plantea la "microcirugía urbana", un imaginativo aporte de incorporación de nuevos edificios "verdes" en los tejidos existentes. El jurado reconoció en este trabajo "una propuesta en la que el autor vislumbra amenazas y desafíos que se avecinan (falta de alimentos y energía)".

Roberto Luis Colombo, alumno de la FADU-UBA, fue otro de los que se distinguió utilizando la temática más galardonada: proyectó un conjunto de viviendas La Boca. El trabajo pone énfasis en el tratamiento de los espacios públicos con calles peatonales que completan el tejido urbano de un predio entre fábricas existentes.

También se entregaron menciones comunes a Gabriela Vapñiac, Diego Abálsamo y Daniel Zelcer, por sus bibliotecas universitarias; a María Elena Brusa por un centro agrotécnico; a Victoria Diez, que proyectó un umbráculo para una comunidad indígena en las afueras de Rosario; a Daniela Ojeda, por un complejo deportivo; y a José Itxassa, por diseñar un centro de convenciones en Esquel.

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martes, 1 de diciembre de 2009


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