sábado, 14 de agosto de 2010

espacio publicidad: tubos tigre

TIGRE
 instaló Tigre, está tranquilo

Asociación de Fabricantes para la Construcción exposición en Tucumán

CICLO DE CONFERENCIAS EXACON 2010

Miércoles 11 de Agosto

Salón Centenario – JORNADAS DE CAPACITACIÓN EN MADERA


16.00 hs: Acreditación
17.00 hs: Inauguración de las Jornadas y presentación de las actividades. 
17:30 hs“Arquitectura en Madera: Material sustentable del Siglo XXI”
MSc. Arq. Lucia Toppa
FAU-Centro de Tecnología y Construcción con Madera CT&CM-FACET-UNT
-La madera: material ecológico y sustentable.
-Construcciones sustentables de madera en Europa y Latinoamérica.
-Ejemplos: Viviendas, Salas de Conciertos, estadios, iglesias, etc.
-Resolución de techos en madera
18:30 hs. Break 
19:00 hs"Tipologías Estructurales en Madera"
MSc. Arq. Nora Omill-Arq. Marcela Plasencia
FAU-Centro de Tecnología y Construcción con Madera CT&CM-FACET-UNT
-Tipos de estructuras de madera para techos.
-Vigas, cerchas, arcos, pórticos en madera maciza y madera laminada.
-Resolución de detalles en madera: uniones, apoyos en muros, en fundaciones, etc
20:00 hs: “Uniones en Madera”
MSc. Ing. Silvia Palazzi-Ing. Daniel Anaya
Centro de Tecnología y Construcción con Madera CT&CM-FACET-UNT
-Distintos tipos de uniones en madera en estructuras de techo.
-Elementos metálicos de uniones
-Resoluciones de uniones de madera 
20:30 hs: Presentación de las empresas participantes de las jornadas de capacitación.

Sala de Conferencias – 1º Piso


9.00 a 18.00 hs: Jornadas Institutos de la Vivienda del NOA

19.00 hs: “SACRISTE” Arq. Alberto Petrina
Colegio de Arquitectos/ Facultad de Arquitectura y Urbanismo 
Jueves 12 de Agosto
Salón Centenario – JORNADAS DE CAPACITACIÓN EN MADERA


16 a 18 hs: Charlas de empresas relacionadas con los materiales necesarios para la
realización de techos de madera 
19:00 hs: Concurso de armado de techos: Actividad práctica
-Construcción de dos techos simultáneamente por los asistentes a las jornadas con los
materiales aportados por las empresas.
-Tamaño: 2m x2m
-Tipos de techo: un techo con estructura metálica y otro techo con estructura de
madera.
20:30hs: -Sorteo de premios para los asistentes.
-Exposición de folletos y difusión de las empresas participantes.
-Consulta de los asistentes. 

Sala de Conferencias – 1º Piso


9.00 a 18.00 hs: Jornadas Institutos de la Vivienda del NOA

Viernes 13

Salón Centenario – JORNADAS DE CAPACITACIÓN EN MADERA


16 a 18 hs: Charlas de empresas relacionadas con los materiales necesarios para la
realización de techos de madera 
19:00 hs: Concurso de armado de techos: Actividad práctica
-Construcción de dos techos simultáneamente por los asistentes a las jornadas con los
materiales aportados por las empresas.
-Tamaño: 2m x2m
-Tipos de techo: un techo con estructura metálica y otro techo con estructura de
madera.
20:30hs: -Sorteo de premios para los asistentes.
-Exposición de folletos y difusión de las empresas participantes en el stand. 
21:00hs: Cierre de las Jornadas.
Entrega de certificados


Sala de Conferencias – 1º Piso

9.00 a 17.00 hs:  Jornadas Institutos de la Vivienda del NOA
18.00 hs: “El costo de no aislar” Grupo ESTISOL
¿Por qué la Aislación Térmica en la Construcción es más una Necesidad que una Opción?
¿Cuáles son las consecuencias de No Aislar?
¿Cuánto cuesta una correcta AISLACIÓN?
¿Quiénes aíslan actualmente? ¿Cómo? ¿Por qué?
Disertante: Arq. María Alejandra Soria, responsable técnica de Grupo Estisol. Ex becaria del CIUNT y docente de la UNT. Miembro del Subcomité de Eficiencia Energética y Acondicionamiento Técnico de Edificios
19.00 hs: “La forma sustentable de construir” Grupo ESTISOL
Con más de 20 años de experiencia, Exacta es la empresa líder en Sudamérica en el desarrollo de la Tecnología ICF (Insulated Concrete Form)
A través de la combinación de materiales tradicionalmente utilizados en la construcción, se obtiene una de las aplicaciones más interesantes que hayan surgido en el campo de la Arquitectura Sustentable.
Disertante: Arq. Sebastián Puente, gerente técnico comercial de Exacta Sudamericana S.A.

Sábado 14
 Sala de Conferencias – 1º Piso

18.00 hs: Conferencia Corralón ECOSAN

lunes, 2 de agosto de 2010

Espacio de publicidad Corralon 70 Royal Group Estisol Kronos

Corralón 70 – Italia 4581 – Tucumán – Tel 434 4431 / 6864 – corralon70@corralon70.com.ar – Aridos Obradores Habitáculos móviles Materiales de construcción Pegamentos Pastinas Revetimientos Ferretería Pinturería Materiales Eléctricos Provisión en volumen de arena y ripio Almacén y cuidado de herramientas y máquinas Sereno de Obra Limpieza de obra

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Grupo Estisol – info@grupoestisol.com – www.grupoestisol.com – Productos para Aislación térmica Decoración de frentes e interiores Sistemas constructivos Protección contra el fuego Aislación hidrófuga Alivianamiento de estructuras.

Kronos – Fábrica de cerramientos de aluminio Puertas Ventanas Mamparas para baño Frentes de placard Paños Fijos - www.kronossrl.com.ar – info@kronossrl.com.ar – Bolivia 2958 – Tucumán - Tel 434 6634 / 400 0399.

Debe haber participación vecinal

Sociedad  |  Domingo, 1 de agosto de 2010

"Debe haber participación vecinal"

El programa de urbanización de villas que se aplica en el conurbano trae un "cambio radical, porque incluye la consulta a los vecinos sobre el diseño del barrio", asegura Ana Pastor, presidenta de la organización Madre Tierra, que colaboró en la urbanización de la Villa Carlos Gardel. Pero también, agrega, acarrea un problema: el programa no obliga a armar mesas de trabajo como las creadas por el municipio de Morón en Carlos Gardel o por los vecinos en Villa Palito. Entonces "depende de la calidad de la gestión municipal", resalta Pastor.
María Cristina Cravino, investigadora docente del Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS), coincide en que "debe haber participación de los vecinos en todo el proceso", porque "si el municipio tiene una política expulsiva es difícil de controlar". Puso el ejemplo de la urbanización de La Cava, en San Isidro, donde tras el censo realizado por el municipio unas 600 familias quedaron fuera de la urbanización. El programa tampoco contempla taxativamente la creación de empleo mediante cooperativas de construcción y en muchos barrios "hubo problemas con la finalizaciones de obra. Las empresas contratadas tienden a bajar la calidad de los materiales", indica Cravino.
Para ambas especialistas, la urbanización contempló un cambio de paradigma al respetar la localización de los barrios, rompiendo con la idea de la erradicación. "Es muy importante para mantener los lazos de solidaridad que se crean en los ámbitos en los que vivimos. Más todavía para aquellas familias con necesidades", apunta Pastor. Según Cravino, la necesidad de obtener terrenos cercanos a las villas, antes periféricas y en la actualidad dentro de las ciudades, puede ser una traba por los costos altos que debe invertir el Estado, que en general no posee tierra urbana. Por otra parte, según las especialistas, el abandono de la construcción colectiva (monoblock) por la de casa individual, que permite una mejor adaptación ante la ampliación de las familias, es otro importante logro del programa.
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Soñar de a poco

Sociedad  |  Domingo, 1 de agosto de 2010
JUAN, MILITANTE Y FUNCIONARIO

"Soñar de a poco"

"El almacenero, el verdulero o el carnicero del barrio pueden formar el mejor equipo de urbanización. Hay que buscar a quienes trabajan con la comunicación entre los vecinos y formarlos." Juan Enríquez da cátedra aunque aún está finalizando sus estudios secundarios. El es uno de los integrantes de "la nueva generación" –así le gusta proclamar al grupo de vecinos que impulsó la urbanización de Villa Palito– y de militante barrial pasó a ser el coordinador general de la Unidad Ejecutora de Urbanización de Villas y Asentamientos de La Matanza que se encarga de llevar a otros barrios y a universidades el know how de la villa.
"Mi sueño era el de cualquier pibe de la villa: jugar en la Selección", confesó Enríquez y aunque la esperanza llegó sólo hasta Primera C, le agradece a la redonda por enseñarle "a soñar y hacer los cosas con pasión". El empeño del entrenamiento lo tradujo en la panadería cuando terminó la colimba, se casó y no tenía casa sino en lo de su mamá. Junto a su hermano abastecían a los almacenes de la villa de facturas y galletas, y de allí pasó a repartir el diario cuando tomó el puesto del canillita.
"En los almacenes, cuando cobraba, con los vecinos cuando llevaba el diario y con los pibes en los festejos de los torneos de fútbol. Ahí adquirí la gimnasia de hablar y fui entendiendo que la necesidad de la casa propia estaba en todos los vecinos y los fui convenciendo de que era posible", resumió Juan al recordar sus inicios como referente barrial.
Así comenzó a llevar a los despachos oficiales el pedido de los vecinos y en el camino fue aprendiendo. Lo que al principio llamaba "la casa propia" se transformó en "urbanización". "Yo hacía nomás", explicó Juan y después bate una justa: "El barrio hay que transformarlo desde adentro, pero a la gente hay que hablarle de soñar de a poco, primero a un 10 o 15 por ciento para después seguir. Si le hacés promesas a todo el barrio y te demorás y... te tenés que ir".
"Durante seis años no salimos de Villa Palito, pero hace cinco que caminamos otros barrios para que hagan su transformación", indicó el coordinador de la unidad creada por el ex intendente Alberto Balestrini y continuada por Fernando Espinoza. "El Estado debe darse cuenta de que la urbanización ataca los problemas de salud, inseguridad, educación, todas las problemáticas juntas. Pero es necesario que el barrio se transforme desde adentro hacia afuera como una persona. Es un trabajo a diez años. Pero cuando la gente ve lo que se hizo en Palito, cree que es posible."
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Discípulo de Walsh

Sociedad  |  Domingo, 1 de agosto de 2010
COMUNICACION Y CONSTRUCCION

Discípulo de Walsh

Nicolás Carranza no era un hombre feliz, esa noche del 9 de junio de 1956. Camilo Blajaquis leyó la primera oración de Operación Masacre, de Rodolfo Walsh, aquella primera parte donde cuenta la historia de quienes fueron víctimas de los fusilamientos clandestinos de junio de 1956. La leyó en el instituto de menores Belgrano, uno de los cuatro por los que pasó antes de ser trasladado a los penales de Ezeiza y Marcos Paz, cuando cumplió la mayoría de edad. Había sido condenado a cinco años de prisión a sus 16, acusado de haber participado en el secuestro extorsivo de un empresario brasileño en la Villa Carlos Gardel, donde vivió desde chico. Cuando leyó el libro, Camilo todavía se llamaba César González, pero fue "un click, un antes y un después. La conciencia de Walsh, su inteligencia unida a la acción. Comencé a interesarme por lo que había pasado en la dictadura, que había afectado a mi barrio. Siempre vivimos en la exclusión verdadera, la cultural y educativa". Todavía preso comenzó a leer a Foucault, Spinoza, Heráclito, Cortázar, Poe. Terminó el secundario y empezó a publicar ¿Todo piola?, una revista literaria, donde Camilo ya no era un simple seudónimo.
Mientras cambiaba desde adentro (de él y de la cárcel), su mamá le contaba en las cortas comunicaciones del penal que el barrio también estaba cambiando. No bien quedó libre, volvió a la Carlos Gardel. "Me encontré con otra casa, una casa linda, un avance importante para la dignidad de las generaciones futuras que habitan el barrio", dijo Camilo. Pero también se encontró con sus amigos de vida y de calle: "De un día para el otro no se pueden cambiar años de marginación y exclusión", lamentó.
Sin embargo, lo que aprendió de Walsh no lo llevó a la práctica sólo con la publicación sino que se sumó a las actividades culturales que desembarcaron en el barrio de la mano de las viviendas, y a otras históricas como la murga Los Gardelitos. En la parroquia del barrio abrió un taller literario al que asisten unos veinte jóvenes, entre ellos algunos de sus amigos. "El taller lleva la acción de transmitir otro sueño, de no resignarse. Hay debate, lectura, escritura y, principalmente, un espacio propio para romper con la idea de que siempre el que enseña tiene que venir de afuera del barrio."
Desde hace un año, el barrio cuenta con Soy Gardel, una revista bimensual para los vecinos del barrio homónimo y del Sarmiento. Ahí también se sumó Blajaquis, como periodista, para entrevistar a los "protagonistas", que no son otros que los vecinos porque "todos tenemos una historia que contar".
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Yendo de la villa al barrio

Sociedad  |  Domingo, 1 de agosto de 2010
CRONICA DE DOS EXPERIENCIAS DE URBANIZACION DE VILLAS EN EL GRAN BUENOS AIRES

Yendo de la villa al barrio

En Villa Palito, La Matanza, la iniciativa partió de la organización vecinal. En la Villa Carlos Gardel de Morón la impulsó el municipio. Ambos cambiaron chapas y barro por ladrillos, asfalto y servicios.

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La urbanización de la Villa Carlos Gardel y, detrás, los viejos monoblocks del barrio Sarmiento.
Por Nahuel Lag
"¿Por qué no podemos tener un barrio ordenado con calles, luz, gas y agua?" Entre los vecinos de Villa Palito, San Justo, partido de La Matanza, la inquietud se convirtió en acción y en símbolo de la organización barrial para exigir al Estado el derecho a la vivienda de diez mil habitantes: cooperativas integradas por los propios vecinos levantaron gran parte de las 800 casas de una o dos plantas, financiadas por el Estado, y van por más. A unos kilómetros de allí, en la Villa Carlos Gardel, detrás del Hospital Posadas, a media hora del centro porteño, la pregunta surgió durante cincuenta años entre promesas incumplidas y vecinos descreídos. La iniciativa del municipio de Morón de articular los programas de vivienda de Nación y provincia, con las 480 familias del lugar permitió levantar casas propias, con asfalto y servicios, y dejar atrás los días de barro y casillas de chapa.
De los vecinos al Estado o del Estado a los vecinos, Villa Palito y Carlos Gardel, según los especialistas, son la mejor muestra de la aplicación de los programas de urbanización de villas y asentamientos lanzados por el gobierno nacional en 2005. De acuerdo con el Ministerio de Desarrollo Social bonaerense, el programa abarca a unos cien barrios del conurbano y planea invertir 8218 millones de pesos en los próximos cinco años. Así se comienza a saldar una deuda pendiente desde mediados del siglo pasado para miles de personas que llegaron al conurbano en busca de trabajo y un lugar donde vivir y fueron expulsadas y movilizadas por capricho de las dictaduras de turno y abandonadas por los gobiernos democráticos en asentamientos precarios.

Cantarle a Gardel

Neuquén 1933. Un par de años atrás, nadie podría haber llegado a esa dirección. La calle existía en la localidad de El Palomar, partido de Morón, pero después del 1800 se cortaba en la Villa Carlos Gardel, que le debía su nombre a la única vía de acceso al asentamiento. Allí, 2500 personas vivían amontonadas en ocho cuadras de pasillos y casas sin numeración ni servicios básicos. "Antes no podía invitar a nadie a mi casa porque me decían 'no, vos sos de la villa'. Entonces, mentía porque me daba vergüenza ser rechazado", cuenta Luis Gómez, de 19 años, sentado en el comedor que estrenó hace meses con sus padres en Neuquén 1933.
Para llegar a la casa de Luis se puede bajar del Acceso Oeste. Atrás del hospital, el barrio comienza a crecer con casas en tonos crema, amarillo, verde y rosa. Dos pisos, parque al frente y un tanque de agua como corona. Los tractores, los camiones cementeros y las topadoras que derriban las últimas casillas trabajan para levantar las últimas 31 viviendas y pavimentar el único rincón que queda con barro. Los últimos esperan con ansiedad en sus casillas y otros pocos aguardan alojados en containers.
El proyecto comenzó en 2004, cuando la Municipalidad de Morón, durante la intendencia de Martín Sabbatella, consiguió la cesión de los terrenos del Posadas para avanzar en la primera etapa sobre terreno limpio. Pero las casas de la segunda etapa debían levantarse en el lugar que ocupan casillas, donde los vecinos formaron una "gran familia" a fuerza de falta de divisiones entre casa y casa y puertas hechas de retazos de tela.
Cuando el municipio comenzó a enviar a trabajadores sociales para censar a los vecinos comenzaron las preguntas: "¿Nos van a mudar? ¿Nos van a construir casas?", cuenta Adelina López, Piruni, como todo el barrio conoce a la fundadora del comedor Los Gardelitos. En el barrio, la desconfianza tenía una historia justificada.
El primer camión que había llegado a la zona, cuando todo era campo, fue un vehículo militar del Plan Nacional de Erradicación de Villas de Emergencia, impulsado por el dictador Juan Carlos Onganía. A las familias arrastradas hasta allí se les otorgaron casas transitorias con la promesa de una vivienda definitiva en uno de los edificios del complejo de monoblocks Barrio Parque Sarmiento, que en la actualidad convive, descascarado, frente a la Carlos Gardel. La entrega de viviendas no cumplió el plan original y no alcanzó a alojar a todas las familias; las casas transitorias se transformaron en precarias viviendas permanentes.
Para hacer frente al déficit, la organización barrial tuvo poco espacio para pelear por una vivienda digna en un barrio golpeado por la dictadura y por la democracia. "Por ser de la villa te pateaban la puerta y te decían que te tenías que ir", cuenta Carolina Gómez, que llegó al barrio en 1975. Las botas que pateaban puertas también intervinieron el Posadas y convirtieron la escuela de enfermería en El Chalet, un centro clandestino de detención donde estuvieron vecinos de la Carlos Gardel que hoy están desaparecidos. En democracia, el municipio cedió los terrenos a una mutual evangélica que estafó a los vecinos y después el menemista Juan Carlos Rousselot propuso levantar un paredón para encerrar al barrio.
"El Carlos Gardel y el Sarmiento se transformaron en una isla separada del tejido urbano", resume Ernesto Gorbacz, director de Producción Social de Hábitat de Morón. La estrategia planteada desde el municipio –con trabajadores sociales, psicólogos y tutores de mudanza– estuvo en instalar una Mesa de Trabajo para coordinar la urbanización con los vecinos.
"Hubo muchas promesas de cambiar el barrio, construir viviendas y darnos los servicios básicos, pero nunca un gobierno tuvo la voluntad política de cambiar la villa", asegura Piruni. Entre las calles Perdriel y Marconi, que contenían el ancho del barrio, se abrieron ocho nuevas calles, con arbolado y alumbrado: tres respetaron la continuación de los barrios lindantes y otras cinco fueron nominadas por los vecinos. "Padre José María", fue una de las que eligió Carolina en honor al recordado cura de la parroquia.
Mientras revolea los ojos intentando repasar su nueva casa, Carolina explica que para la segunda etapa de construcción fueron los vecinos los que decidieron los cambios en el diseño: "Hay más intimidad. Aprendimos a darles privacidad a las familias. Antes entrábamos directamente a la casa de un vecino, ahora le toco la puerta", dice mientras deja asomar la nostalgia por la comunión de los mates en el pasillo. Pero no reniega: "En la villa éramos una gran familia, no teníamos obligaciones de pagar impuestos luz, gas; pero tampoco teníamos beneficios ni derechos. Ahora, tenés formas de hacer respetarlos legalmente", explica, mientras afuera se escuchaba la cortadora de pasto de un vecino.

Hacer el propio barrio

"El monstruo del conurbano", así le dicen los vecinos al barrio en el que nacieron y al que en cinco años transformaron casi por completo. Un monstruo perfumado, entre las pocas cloacas aún abiertas que traen el agua sucia de entre los pasillos y la lindante fábrica de la ex Jabón Federal. La bestia muestra en su fachada de 400 metros sobre la Ruta 4, a pocas cuadras de la Rotonda de San Justo, cómo está cambiando de piel: el tendido eléctrico improvisado se sigue cruzando entre las casas que combinan paredes y techos de cartón, chapa y ladrillo, pero entre esas construcciones precarias aparecen casas nuevas, bien paradas sobre sus cimientos, con colores vivos y servicios de luz, gas y agua.
A Villa Palito puede ingresarse por la calle Derqui, un antiguo aglomerado de cien casillas que cruza el barrio y une el "casco viejo" –20 hectáreas en las que hasta 2008 vivieron hacinadas diez mil personas– y el "casco nuevo", donde nació la nueva historia del barrio, la de la urbanización.
Según los vecinos, ese proceso comenzó el 2 de octubre de 1999 cuando unos 200 integrantes de familias jóvenes de la villa se instalaron sobre 20 hectáreas de tierra libre que se extendían detrás del "casco viejo". Con el Plan Arraigo, en los primeros años del menemismo, se había creado la Cooperativa del Barrio Almafuerte-Villa Palito Limitada para escriturar esos terrenos a nombre de los vecinos, pero no hubo un plan de vivienda.
"Trazamos calles y manzanas con palos e hilo (haciendo honor al nombre del barrio). Soñábamos con un barrio en el que la calle llegue a la puerta de casa", resume Julián Ruiz junto a Juan Enríquez, Gabriel Díaz y Gladys Enríquez. Desde entonces, ellos y otros 70 delegados no se detuvieron. Caminaron el barrio, golpearon puertas en despachos oficiales y generaron emprendimientos productivos. "Si no hubiésemos creído en la organización, la villa sólo se hubiera agrandado", asegura Juan, mientras por detrás pasa un camión que reparte soda y, más lejos, un joven arregla el parque de su casa.
Tras las elecciones de 1999, el entonces intendente Alberto Balestrini entregó los materiales para las primeras doce casas. En 2002, el Programa de Mejoramiento de Barrios con aportes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) llegó al barrio, los vecinos ya habían elaborado los planos.
Con las obras de servicios aprobadas, el trabajo fue convencer a los vecinos para que desalojaran las tierras ocupadas para comenzar la obra. "Mientras íbamos con las mujeres a comprar al Mercado Central, las convencía para que se afilien a la cooperativa, que el barrio se podía construir", explica Gladys, que hoy se desempeña en el Centro Integrador Comunitario.
En 2004, el descampado fue el helipuerto del helicóptero presidencial. Néstor Kirchner aprobó subsidios para 420 viviendas y en 2005 se lanzó el plan de urbanización de villas. Gabriel camina con Página/12 por esas hectáreas donde hoy se levantan casi 800 casas, una escuela, dos jardines, un polideportivo, un salón de usos múltiples y el club de fútbol Almafuerte.
El sabe cómo se levantaron esas casas, lo hizo con sus propias manos. Fueron siete cooperativas de trabajo (hoy llegan a 15) formadas por los vecinos que tenían un Plan Trabajar. Julián también fue parte de esas cooperativas: "Nos dimos cuenta de que eran una oportunidad de trabajo. Al principio, era un esfuerzo convencer a los vecinos porque el país se había reactivado y afuera se encontraba trabajo por más plata, pero... ¡Estábamos levantando nuestras casas!".
"Hola, Nacho", saluda Gabriel. Nacho está arriba de una de las nuevas casas que se construyen dentro del "casco viejo". Gabriel, que empezó como peón, hoy es presidente de la cooperativa El Gauchito y recorre el barrio consultando a los albañiles-vecinos cómo va la construcción y señalando los espacios donde antes vivía toda una familia y por estos días se levantan casas de un piso o dos, con habitaciones acordes con el censo de familias. "Es como un ajedrez. Hay que consensuar manzana por manzana con los vecinos para acordar qué grupo de familia puede, por tres o cuatro meses, mudarse a lo de un familiar, alquilar o vivir en una casilla deshabitada."
"Hola, Eduardo ¿así que te fuiste con el Polaco?", bromea Julián con un joven que se cambió de cooperativa porque por falta de documentos él no lo pudo llevar a trabajar en obras en la ciudad de Buenos Aires y San Isidro. "Nosotros no teníamos oficio y ahora podemos construir fuera del barrio. Los jóvenes también adquieren su oficio y comienzan a recuperar sus derechos y a salir de la calle", explica Julián.
Juan, Gabriel, Julián o Gladys caminan el barrio y no paran de saludar a sus vecinos. Se mueven del club a la escuela, de casa en casa. El barrio que levantaron es su trabajo y su vida. "El barrio que se transforma desde sus vecinos busca sus propias estrategias, a partir de sus necesidades y de sus capacidades", concluye Juan.
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